El texto “Una metáfora viva”, de Celia Güichal, no me resultaba totalmente ajeno porque ya había asistido a un teórico que la autora dio al respecto. Por ese motivo, su lectura me llevó a recordar ciertas ideas que había escuchado en aquella ocasión y revisar mis apuntes.
Güichal plantea la posibilidad de entender al viaje como una metáfora viva. Esto alude a su capacidad casi mágica de evocar un amplio conjunto de ideas asociadas, estrechamente vinculadas con lo intuitivo, la experiencia, el movimiento. Se trata de una metáfora que remite a imágenes de superficie, pero a la vez es capaz de descubrir la profundidad oculta tras esa fachada.
El texto explora diferentes aspectos del viaje. Los descubrimientos y el acto de nombrar como ejercicio de poder; las iniciaciones religiosas y el viaje hacia lo sagrado; la tensión entre mapa y territorio. Habla también viaje como saber indiciario, como el conocimiento de un marinero o cazador: transmisible pero no sistematizable ni formalizable, se guía por huellas y señales y tiene por objeto a las situaciones en cuanto individuales.
Pero Güichal también se interroga por las relaciones que se plantean entre el viaje y la escritura. Habla de la imposibilidad de escindir viaje y narración, ya que ambos son conjugados incluso en la propia definición de viajero. Y también de la necesidad del regreso a la hora de narrar, de la toma de distancia y la transmisión de las historias a través de la figura del narrador. De la escritura como un viaje, donde también hay mapas y fronteras. De los relatos previos que condicionan al viaje y de los géneros que éste convoca.
En definitiva, la autora se limita a enunciar diferentes temáticas a partir de las cuales indagar al viaje y sus conexiones con la escritura. Incluye en casa caso citas de autores, posibles disparadores para aquel lector interesado en ahondar al respecto. Las citas también operan como argumentos de autoridad para apoyar su hipótesis (la del viaje como metáfora viva).
Por su parte, “Las figuras del viajero” propone una colección de palabras que designan a viajeros diferentes, clasificándolos de acuerdo a las motivaciones que los impulsan. Una variedad de personajes muy distintos se hacen presentes: desde argonautas a cautivos, pasando por diplomáticos, filibusteros, nómades y traficantes. Funciona de manera semejante a “Una metáfora viva”, abriendo un abanico de posibilidades desplegadas por la palabra “viajero”.
Ocurre algo similar con las “Citas sobre el viaje”, donde se incluyen reflexiones de diferentes escritores y pensadores, organizadas de acuerdo a su temática.
Creo que los tres textos funcionan como un menú que ofrece diferentes posibilidades para abordar la temática del viaje, y en ese sentido, pueden funcionar como una guía para decidir qué aspectos indagar en el ensayo que escribiremos este cuatrimestre.
En relación con las citas, especialmente, intenté señalar aquellas que me interesaría problematizar. Una de ellas fue la de Cristoff acerca de las semejanzas entre la mirada del viajero y la del traductor. También aquellas que oponen turismo y viaje me parecieron muy interesantes, así como aquella de Benjamín que asegura que “Desde Moscú se aprende más rápido a ver Berlín que Moscú mismo”, entre algunas otras. Quizás alguna de ellas pueda ser disparador de mi ensayo.
domingo, 7 de septiembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario