domingo, 27 de abril de 2008

Construcción del personaje: ¿Y ahora?

Así no puede ser

El ruido de la ducha en el baño es Margaritte; el agua cae con fuerza, golpea firme y testaruda el piso enlozado y así es Margaritte, insistente, por eso me gusta, aunque desde aquí se escucha más atenuado, acá es otra cosa, acá es una mancha verdosa, de a ratos casi amarilla, pero no, mayormente verde, como de moho, sobre todo, y redonda, aunque en aquella esquina, cerca del cable de donde cuelga la lámpara, es mucho más irregular y desaparece totalmente el dibujo; si no fuera por esa esquina, y si no fuera por esa parte amarilla, sería distinto, pero así no, así sí que no puede ser; llaman a la puerta, abro, un policía.
No escucho bien qué me dice, registro palabras sueltas, “Un asesinato”, “declaración”, tengo que seguirlo; a Margaritte le dejo una nota porque en la ducha nunca se la puede ver y menos cuando está la mancha amarilla, deforme y hay que contarle, hay que decirle que así sí que no se puede y entonces se enoja y se va y se lleva el ruido de la ducha, no importa qué le diga, pero es que tenía que contarle. Voy y no le digo nada a Margaritte, nada ni de la mancha, ni de lo amarillo, ni de la declaración y nada al hombre de uniforme, él habla y habla, no sé qué dice, es que estoy mirando esa cosita tan brillante que tiene en el bolsillo derecho, es tan bonita, no es como la mancha de humedad, es perfecta como Margaritte, se la tengo que mostrar. Pero no puedo, porque ya no la veo más y me estoy alejando y hay un vasito de plástico en la bandeja, que se balancea y a veces se inclina a la derecha, o a la izquierda y ahí va una gota amarronada. Se desliza por el plástico, se inclina sobre el borde, el vaso se tambalea y la gota vuelve para atrás, atrás y ahora adelante de nuevo, tiembla, se asoma, esta vez sí, se está cayendo, no, no, regresa.
Yo sé que me llevan por el lunar en la nariz, era tan grande y sobre todo, tenía un pelo que surgía cerca del borde y se inclinaba hacia adelante, la gota de café como haciéndome una reverencia, siendo así no podía estar cerca del orificio de su nariz, estaba muy mal, yo sabía y cada vez que lo veía, cuando Madame Dómine me alcanzaba una bolsa de pan, el vaso blanco sigue danzando en la bandeja, me convencía más, ¡lo tenía que borrar! Había que borrarlo, o correrlo de lugar, yo se lo borré a Emmanuelle e hice muy bien, pero ahora el hombre uniformado me lleva y apenas se ve a través de las ventanillas porque llueve muy fuerte, puede ser que esté en cualquier lugar de esta ciudad, la gota de café se va a caer en cualquier momento, el hombre me está hablando. Dijo Petrona Acosta y no Emmanuelle Dómine, no entiendo nada, de quién habla, ay la gota, la gota..., esto no es por el lunar, busco en mi mente a Petrona Acosta y no la encuentro.
Ahora dice Cisneros y a ese lugar sí lo recuerdo, pero sobre todo me acuerdo de mi valija verde, desordenada, y de la media negra tirada en el suelo junto a la blanca. Ella puso la media negra ahí y ahora iba a poner una roja, no entendía nada y había que detenerla, porque eso así no podía ser, el vaso de café y la gota, era como el lado amarillo de la mancha verde del techo, hasta Margaritte sabe que así no puede ser. No me acordaba de la media negra, hice muy bien, pero no me acordaba y me asusta, sobre todo porque siento que al pensar en ella casi pienso en otra cosa y no quiero, me escapo de esa imagen que se asoma, miro el vaso que todavía no se cae, pero se está por caer, siempre se está por caer, el auto dobla y la gota se mueve, se inclina siempre, no, no, ya me acordé de Margaritte, me dijo que el lunar estaba bien, que era perfecto así, no lo tenía que borrar y lo borré y Margaritte se enojó y se metió en el baño. La gota de café se va a caer, nunca hay que entrar cuando está en la ducha, yo sé, pero así no podía ser, la gota se cae...¡ella tenía que entender!, ¡le grité y le mostré! Le mostré como borré el lunar y creo que entendió pero no contestó más, la gota se cayó, se quedó muy quieta mientras el agua la golpeaba con fuerza y salí, no hay que entrar en el baño mientras Margaritte se está bañando, yo ya sé, crece un charco rojo en el piso enlozado, hay un charquito de café en la bandeja.

3 comentarios:

Lisandro Gallo dijo...

¿Que buena lectura que me diste! Muy bien cosntruido, dan ganas de leer, tiene cierto grado de suspense qeu esta bueno. Me hace acordar mucho a Bestiario de Cortazar, tu personaje es como Rema que va estructurando el relato a partir de la linea de pensamientos.
¿Queremos otro así!

Lisandro Gallo dijo...

¡Los signos de interrogación son errores de tipeo!

Emilia dijo...

Jeje graciass!! =) Lei Bestiario, pero no me acuerdo justo de ese cuento que nombrás. Mientras lo escribía pensé en otros cuentos de Cortazar, como "La señorita Cora" o su novela "Rayuela"; o en textos de Saramago.